Noche de linternas en Chiang Mai!

28 de Noviembre. Esa era la fecha. Venía esperando desde hace mucho tiempo poder asistir a un festival muy típico en Tailandia. Incluso desde antes de la concepción de este viaje. Miraba las imágenes por la televisión y alucinaba. Pero no fue fácil, la información en Internet no era clara, todo el mundo jugaba con los días y nadie sabía a ciencia cierta cuándo sería el gran día. Aunque esto se realiza a lo largo de todo el país, al menos tenía el lugar donde iría a verlo, era Chiang Mai, en el norte de Tailandia. Os preguntaréis de qué estoy hablando, y lo voy a contestar con dos palabras: Loi Kratong, o también conocido como el festival de las linternas.

La noche de las linternas…

En realidad, Loi Kratong viene a significar algo así como «corona flotante» o «decoración flotante», y lo que se suele hacer es preparar un barquito con una sección de tronco de un árbol de banana, y decorado con flores y con hojas del mismo árbol, coronado con una velita en el centro. La finalidad principal es depositar este barquito en el río al mismo tiempo que se formula un deseo o se ruega por buena fortuna, y esperando que el barquito llegue lo más lejos posible. Esta es la tradición más típica en el festival de Loi Kratong, pero poco a poco el conocido Yee Peng (festival de las linternas) ha ido ganando terreno, sobre todo debido a la multitud de farangs (extranjeros, en lenguaje Thai) que acuden a Tailandia en estas fechas. Y he de reconocer que yo era uno más allí 😛

Desde el día que llegué a Chiang Mai estuve esperando al 28 de noviembre. Cada noche desde el 25 salía por la ciudad y se veían algunas linternas volando, pero sólo lanzadas por aquellos que no querían contenerse para disfrutar de enviar un deseo al cielo adherido a una linterna. He de reconocer que me incluyo en ese grupo 😛 Algunos decían que preferían esperar al 28 pero yo no veía razón para disfrutar de esa tradición cuando tenía la oportunidad. Y que pasa si el mundo se acaba mañana, que no puedo lanzar una linterna??? No señor!!

Los desfiles y cabalgatas dieron paso a los concursos de belleza, las luces y los monumentos improvisados, hasta llegar al día 28. Sabías que era el día grande porque vendían kratongs por todas partes. Compré el mío y fui hacia el puente que une las dos orillas del río. Vi a mi derecha un pequeño puesto para acercarse al agua, y donde sólo había gente tailandesa. No había mucha pero era la justa. Compartí con ellos el momento en que prendí la velita que serviría de guía al primer kratong de mi vida en la pronta noche tailandesa. Deposité el improvisado barquito y lo vi alejarse cual madre ve su hijo entrando en la escuela, pero sabiendo que llegará bien lejos.

Cayó la noche y con ella vino el gran espectáculo de las linternas. Allá donde fueras había gente encendiendo y lanzando estos globos de luz al aire. Farang y gente thai celebrando juntos un espectáculo que debería ser contemplado por todo ser humano en la Tierra. Una especie de conexión mental en el que cada uno aporta su punto de luz para tratar de hacer la competencia al magnánimo universo y poder decorar el cielo con cientos de imitaciones de estrellas.

La alegría en las caras de la gente al conseguir elevar el globo era indescriptible, los adultos parecían niños, y tal espectáculo sólo podía comprenderse al vivir en carne propia esa experiencia. Los pasos son simples: prender el combustible, esperar que el globo se llene de dióxido de carbono y luego dejarlo marchar. Parece una tontería, pero os aseguro que hay algo mágico en todo eso. Uno se siente eufórico, triunfador, conectado con todos los demás pero a la vez solitario y preocupado porque tu creación particular no encuentre obstáculos y ocupe un hueco más en el cielo nocturno junto a las demás compañeras linternas. Ah, y está permitido (más bien diría recomendado!) lanzar más de una!!!

Esperar a que se llene de aire…

Lanzar…

Y verla triunfar!

Y esto fue así toda la noche. Parecía que no había límite, y ya empezabas a ver por las calles las linternas que, tras llegar al límite de la atmósfera y no poder contar con oxígeno, caían de nuevo a la Tierra que las vio partir, ya apagadas y sin vida, habiendo cumplido el cometido de llevar el deseo al cielo. En algunas de las fotos de este post podéis ver puntos de luz en el cielo; no son estrellas, son las linternas.

A día de hoy que escribo este post no lo recuerdo de la misma manera, es imposible. Pero si recuerdo lo que sentía, una tremenda alegría y una intensa emoción: poder contemplar aquello en ese instante, ser testigo con mis propios ojos de un universo de luz creado por la colaboración de miles de personas, y al mismo tiempo sentirme afortunado por estar ahí y haber participado de aquello que llevaba tiempo esperando. No había nada más en mi mente, y nada más que una sonrisa en mi cara…

Y creedme, no fui el único.